jueves, 21 de octubre de 2010

Pozo privado de cata


Algo muy propio, privado, intimo y continuo
me mantuvo ocupada y sin voz.
Como la distancia comprendida en un contexto romántico;
distancia entre dos que nunca se ciñe y jamás se alcanza.
Aprendemos a hablar, luego a catar y seguidamente opinar.
Para nosotros el conocimiento es algo sublime que no se tiene porque alcanzar y nuestro reconocimiento
se acota entre sabor y la proximidad del gusto.
Nuestra existencia es breve y por lo tanto corta.
A lo largo de ella sobrevaloramos lo material e ignoramos la materia, la procedencia y la esencia de nuestras inclinaciones aleatorias. Nos comemos varias lecciones sobre el gusto y el disgusto. Sus equivalentes traducciones rodean nuestras tradiciones y, finalmente nosotros, nunca nos privamos de caprichos o de lujos que se asemejan a lo que es
la neo-cultura occidental.
Me niego a dirigir mi mirada hacia atrás y descansarlasobre tus hombros,
cansados y encogidos.


La Xinomavro; acida y negra. Así se denomina y se retrata la uva griega y la química de su extensión, su mosto fermentado. Un vino griego que en ocasiones se enfrenta a los vecinos Barolo y Barbaresco de la Nebbiolo e incluso la elegante y excelentísima Pinot Noir. Porque comparar es de sabios y saber diferenciar es el complejo permanente que acompaña dicha sabiduría.

Motivada por mi último viaje corto-breve-y-sin razón a Grecia, vengo tan muda como nunca y los cuentos que antes se divertían abrumando mi cabeza hoy me paralizan y me hacen descansar en paz y en una gran demencia que, si dios quiere, acabará conmigo.
Vuelvo con un corcho en la mano, de un Xinomavro que entre turbulencias, nubosidades y mucha lluvia no diría que caté, pero sí que tome con ansias y sed de sobra y a la sombra de unas cuantas incidencias inoportunas.
Me traigo también un par de pensamientos que hoy me pongo a deletrear, sobre todo por necesidad de desembarazarme de un cuento más, maridado con su vino poderosamente exótico, potente y griego.

Una paleta gustativa amplia que se hace notar por lo sensorial como blonda hecha a mano. Un bordado fino que prevalece como hormigueo en la punta de tu lengua, incrementando así la sensibilidad de la pared curva y fina de tu paladar. Bajo ese mismo arco, la Xinomavro se muestra como una diva excéntrica, de las que se hacen notar nada más entrar en la sala y a su paso dejar una esencia picante y tan atractiva. Verás, te sentirás obligado a girar la cabeza y la mirada, acomodar sobre ella tus demás sentidos primarios y al final dar la vuelta para orientar tu presencia hacía ella, puntear y quizá acertar.
Ese encaje de sabor se refleja antes en su cuerpo, cuerpo que posa sin vergüenza y complejos de ser comparado con otros más acotados y catados por expertos. El color y el reflejo que la Xinomavro puede llegar a poseer reacciona con cierta inquietud conforme pasa el tiempo y, a su vez, los años. Pronto obtiene esa profundidad, deseada pero finalmente no tan crítica; rojo picota hacía rubí oscuro y tupido. De tamaño medio sus granos, tejidos densamente entre sí, sobre racimos cónicos e igual de densos.

De las muy nobles y distinguidas del sur de Europa, Xinomavro -la ácida y negra-, me desorientó en su momento con sus características impresionantes y tan sonantes.

Debo confesar que la probé mezclada con otra casta francófona o francohablante. Francamente pues, la Merlot con mucha amabilidad deja que el sabor a tierra tostada bajo el sol griego se mezcle sutilmente con lo foráneo. Xinomavro, ensamblada con la porción justa de Merlot, la de los mirlos y de plumaje negro. De grano menudo y de racimo poco denso, la merlota, que felizmente encontró a la griega. Aquello en mi mente constará como un intercambio de trazos y de tonalidades del color rubí y de piel bruñida. Suavidad, equilibrio y una finura excepcional, una atracción y sobre todo sinceridad mutua entre dos exóticas que ambas, por nobles y tan primas, rechazan el protagonismo; una por cariñosa y cordial y la greca por ácida, negra y tan sofisticada.

Se me hizo largo el sabor, dato que tiene que constar como algo positivo. Mezcla de recuerdos y experiencias, sabores a frutos rojos y a tomate secchi. Se me está haciendo corta la razón pues recurro a mi imaginación. Me veo asomada, medio inclinada o más bien sentada por el borde de un pozo cuyo fondo, donde su manantial, esconde todo el sabor y la razón del mundo.
Me temo lo peor; la lección, el único sabor y la versión monovarietal de cada una de mis verdades. Me entretengo entre la traducción y la interpretación del gusto y del afortunado ensamblaje, manteniendo mi posición inicial; rozando límites propios y el borde de mi pozo privado de cata.



Notas, vino catado

[...]As an original combination of the cosmopolitan Merlot with the “noble” indigenous grape variety, Xinomavro, Kir-Yianni Estate is distinguished by its harmony. A very good year in 2007 led to full ripeness resulting in a full body with phenolic richness. The “Estate’s”discrete acidity highlights the complex aromas and the lasting aftertaste. It is ready to be enjoyed upon release, but will also age gracefully as the red-fruit bouquet shall evolve secondary characteristics, like dried tomato, cigar-box.

KIR-YIANNI ESTATE, Vin de pays d´Imathia/Dry red wine