sábado, 29 de enero de 2011

Opus One 2007, la conciencia del vino y de la guerra



El bien vivir se convierte en una manía mía personal y aunque nunca el hambre me va a faltar, me quedo sin inspiración porque soy un maniático y marginado, egoísta y tan indigno que de la buena vida abusa y aprovecha.

"Que nadie me dirija la palabra, ni la mirada, ni la voz. Que nadie me diga que tenga que seguir saboreando porque sí, que nadie me pida la razón y el porqué de mi sentido y destino. Que alguien me diga que soy un sin vergüenza más, un inválido emocional. Óyeme cariño, soy así; maligno, deshonrado, detestable.
Recuérdame cómo nombrar sabores que me han hecho sentir así; soberbio, arrogante y sobre todo aborrecible. Sobrado y lujurioso yo, único y tan especial, cuyo corazón de acero ningún cortejo o cortesía logran penetrar y adecuadamente endu
lzar.
Maldita tinta que trazos dejas atrás de mi maldad, maldita pluma que tú tras criarme me abandonas, envidia eterna que te pones a provocar a todos los demás que de mi copa han bebido.
Destaco un valor, sufro y vivo bien sin ello. Soy capaz de vulnerar, con mucho sentío herir tu sentimiento y corazón menudo, blando. Un único sabor admito, malabarista de tu gusto y disgusto es mi profesión, payaso tenebroso de mi propia satisfacción que nunca cesa; juega conmigo y verás, juega conmigo y con un dolor sutil, sabroso yo te pago.
En la sacristía de mi monólogo me hundo y vivo yo, tomo mi vino rojo y siento el desamor a través de experiencias ajenas a tus gustos.
Recuérdame cómo sentir el odio profundo hacia ti, hacia toda existencia hermosa y bien definida. Malquerida tú según los rastros de mi inexistente amor, bien herido yo, según el odio que dentro de mi, cada día se cría y crece.
El opio de mi frustración es el sabor, el que cada vez me hace dudar de mí, de mi filosofía. Árdeme, tortúrame, préndeme fuego y elimíname, cariño tú. Tú que supiste amar y sin hablar crear la fórmula perfecta de un ensamblaje que no destiñe."


Me encuentro con este monólogo, boceto arisco de pensamientos que surgen y emergen como garabatos de un niño que pronto y tan de repente descubre su talante de decir lo que a lo largo de su vida sentirá, siendo ya mayor y consciente de lo que es crecer y no creer. No encuentro motivo alguno para no publicar bocetos genuinos, acreditados por mi conciencia de mayor y mi experiencia me dice que de algún vino me pondré a hablar. Alguno sí, uno; el Opus One.


Quisiera recordarte pues esa bolsa de papel, imagen típica ¡qué tópico! de un país que sufrió una pandemia de alcoholismo y embriaguez políticamente incorrecta. Actualmente resulta que esas bolsas de papel ya no conllevan cierto significado social, indican sin embargo una cultura que sus bienes de una manera ingenua tapa y camufla. Recordándote esa imagen pues, incorpórate y mira lo que dentro de esa bolsa iba.


De camino a casa, mi compañero de conciencia y yo, nos llevamos un vino excelente por ley y por su sabor, y dentro de esa misma bolsa más sabores excelentes balancean. Salmón ahumado de Escocia, queso manchego de la Mancha, o de dónde si no, jamón serrano y sobrasada mallorquina, salami italiano y mortadela de Bolonia, pan de nueces y pasas de la panadería que hace esquina.




Qué curioso me resulta siempre el porqué del vino y con qué sabor, el desencadenante de un maridaje que casi siempre supera cualquier expectación, así como hace caso omiso de las normas de un gastrónomo que con rigurosidad sugiere con qué acompañar cada vino, cuándo, cómo y el porqué.

"Que nadie me diga que tenga que seguir saboreando porque sí, que nadie me pida la razón y el porqué de mi sentido y destino"

Área restringida pues el gusto, el ánimo y el antojo emocional que hoy perfectamente se va a regar con un Opus One del 2007. Admiro esa gran actitud, insensata pero tan hermosa, de cumplir con extravagancias que al descorcharlas hacen que los aromas broten y que mis pobres sentidos floten. Pasamos al proceso de la mesa no poner, sino con mucha impaciencia y gula de la bolsa de papel librar ese vino y ese salmón, ese queso ¡vaya queso!, la sobrasada y los embutidos. Pan recién horneado, se corta con la mano que así sabe mejor, pásame el sacacorchos y preparo dos copas y me das un beso.



"Recuérdame cómo sentir el odio profundo hacia ti, hacia toda existencia hermosa y bien definida"

Una maestría me guía y a falta de gastrónomo nos sirvo el vino y mientras el Opus One se libera, tras su tiempo de custodia en su propia botella, me pongo a admirar la etiqueta que escasa información me da acerca de la elaboración de esa famosa extravagancia que de su corcho hoy se despide. Me quedo con ese doble perfil, caricatura que la etiqueta del Opus One adorna. Ambiciosa carrera de Mondavi y del Barón Philippe de Rothschild, guerra de almas dos que se quedó allí, garabato en la etiqueta de su amado y afamado vino.

"El opio de mi frustración es el sabor, el que cada vez me hace dudar de mí, de mi filosofía"

Renunciemos el decantador, ahora que ningún experto mira y que el Opus One del cero siete desglosa pronto los primarios que rápidamente huyen.
Limpio, brillante, refleja perfectamente mi inquietud y la poca luz que, donde preparamos nuestro festín de conciencia, entra. Hambrientos por el sabor, ese efecto del paladar que se humedece antes de degustar sabores que en duda ponen cualquier soberbia exquisitez, de repente me conformo con lo mejor de este rincón del mundo.
De pie es la manera de comer, cuando uno padece de esa enfermedad que los sibaritas pretenden renunciar, declarándose amantes del arte de la buena mesa. Picotear y de la procedencia de cada manjar hablar, contándonos mentiras. Te cuento historias de la Mancha pues, háblame del terruño de Napa Valley;

Sabor intenso a pimentón, paladar ligeramente graso que se columpia entre la sobrasada y este red wine que sabe a frutos secos y a bellota tostada más que el propio jamón serrano. Nuances de ahumado, humo que baila entre leñas que acaban de dorar almendrados, magdalenas y bizcocho de vainilla. Recuerdo mis ganas de mojar mi bocado de pan en mi copa siempre y cada vez que tomo un vino que supera mi humor, las cálidas migas en mi boca suprimir y su sabor potenciar. Recuerdos a levadura tan sutil, que tanto al vino como el pan hizo nacer, en Napa Valley o en la panadería que hace esquina.



Me siento tras comer, tras mi última copa de Opus One beber y me asombro de mi hábitos que últimamente se convierten en manías. Tinta que no destiñe es el recuerdo del sabor, los aromas y el olfato engañan pero nunca traicionan.
Dolor tenue y trascendente que días después se siente, haciéndome inventar monólogos para poder hablar de algún vino más, uno sí, el Opus One del 2007.




Opus One:
"Un Cabernet Sauvignon californiano al que le acompaña una pequeña proporción de Merlot y Cabernet Franc.
Ejemplo de vino del Nuevo Mundo y el tinto más prestigioso de USA. Es la obra maestra de Robert Mondavi, de color casi impenetrable, rico en aromas,muy sabroso y envolvente y con un posgusto imborrable. Requiere decantación y oxigenarse al menos durante dos horas.

En nariz es intenso, Con notas marcadas de fresas secas, vainilla, café y moka relacionados con su gran permanencia en el roble. En boca es un vino concentrado, con sabores de casis y grosella madura, ciruela, y sutiles dejos de tabaco. El final es largo y estructurado, con taninos finalmente integrados, y un retrogusto a chocolate amargo y un toque ligero de tabaco.

La idea de crear un tinto prestigioso entre dos grandes creadores como Robert Mondavi y el Baron de Philippe de Rothschild nace en Hawai en principios del 79 con un join benchure muy interesante que rinde frutos 4 años despues con ventas por botella en 50 Usd. y a tenido tanto prestigio que en nuestros dias se cotizan estos caldos entre 499 a 999 USD por botella dependiendo de sus variantes[…]"


domingo, 9 de enero de 2011

Digno de Reyes




Una buena historia siempre se esconde detrás de un gran sabor, demostrando que ningún gusto pasado o presente es inocente.
La continuación, la permanencia y la evolución son Reyes tres que este año se demoraron en el camino, perdiendo el norte y algo la razón.
Al final, parece que uno de los tres se acordó y aunque tardó, llegó y me trajo un regalo que a continuación describo.

Quien diga que las ciencias, la constatación y la investigación son conceptos muy ajenos a nuestro caprichoso paladar, profundamente pienso que se confunde. Recuerdo mi infancia como si fuera una golosina rosa, delicada. Infancia exquisita pero tan amorfa, a la que fui saboreando mientras mi inquietud crecía o mientras mi inocencia paseaba por caminos cada vez más salados y picantes, corriendo a diario el peligro de convertirse en una conciencia antojadiza.

Quién soy y cómo soy; preguntas que nos atormentan, instantes antes de que esos Reyes tres nos traigan nuestro merecer, según logros propios, equivocaciones, culpas que nos pesan y con picardía nuestros deseos besan.

Una perspectiva me regalaron, una obra que abarca el rasgo para mi más esencial de toda mentalidad, cultura y persona. El gusto, sobre todo el gusto, es una ciencia que requiere, aparte de un apetito y ganas de comer, una investigación tan amplia y panorámica como la ciencia de la historia en sí. La política, la religión, la guerra y la paz, el comercio y la comercialización, el sentido de la visión general y muy global que recompone nuestros hábitos culinarios, reordenándolos en sus ingredientes básicos, esenciales y patentes.

Qué sentido tiene la nutrición científica y con qué motivo hablemos de la geopolítica del alimento, con toda la razón preguntarás, si cada uno somos un único sabor que produce y reproduce gustos que se siguen, se superan y se comparten.
Necesito por lo tanto justificar la procedencia de mi gusto del presente y del después, ya que mi inercia gastronómica, que gracias a mi dulce infancia heredé, la considero ya plenamente investigada.

¿Quién me enseñó a comer?
¿Quién me obligó a pensar y saber cómo sentir mientras estoy comiendo?
¿Quién me guió y quién me hizo aprender a elegir entre texturas, colores, aromas y recuerdos?
¿Quién me hizo creer en los magos y los reyes cada vez que alguien me regala algo que deseo?
¿Quién me enseñó a saborear y cuándo fue la primera vez que un vino se me antojó, mientras perdía el norte y la razón?

Para tu información, la ¨Geopolítica del Gusto¨ me pondré a desmenuzar, desmigando mi procedencia, mis culpas y mis logros.
Para tu información, en los reyes nunca creeré pero sí insistiré en que detrás de cada historia hay siempre un gran sabor real, digno de Reyes y de cuentos.



Boudan, C. ¨Geopolítica del Gusto La Guerra Culinaria¨, (Trad. Marie-Anne Salaún) Ed. Trea